La naturaleza irremplazable de la cultura popular[1]
Por Karel Kosík[2]
En las discusiones sobre cultura compartimos, de hecho, la ilusión de los reformistas, pero nos falta la amplitud y profundidad de su comprensión. Debido a eso, el movimiento de una mano sobre “reforma” como un episodio desmedido es prematuro. Aún hoy día vivimos en su ingenuidad e ilusiones, vivimos en ellas también cuando, intencionadamente o por ignorancia, rompemos los vínculos del siglo XIX. La mentalidad reformista es, sobre todo, la ilusión con respecto a la omnipotencia de la cultura. El utopismo cultural se consola a sí mismo con la presunción de que la cultura puede influenciar y resolver todo, aunque la sobria experiencia plantea que la cultura puede resolver muy poco e influenciar en pocas personas. Mucho más notable es la impotencia de la cultura, debido al hecho de que nunca ha logrado ser exitosa en humanizar el poder, esclarecer a los gobernantes, o llegar al corazón de las prácticas relaciones humanas cotidianas, para que el hombre pueda vivir “poéticamente” en la tierra. ¿Es en ese “poco” que la cultura resuelve o ese “aún menor” en el cual influencia tan significativamente que su sentido no puede estar sujeto a los indicadores cuantitativos, mientras que “ese poco” y “aún menor” pueden ser todo para el hombre?